jueves, 27 de agosto de 2009

La muerte tras las rejas

Es sorprendente cómo los seres humanos somos capaces de construir una mejor morada para nuestros difuntos que para nuestros vivos. ¿De dónde nos viene este apego corporal? Es, sin lugar a dudas, un padecimiento fundamentalmente occidental. ¿Será que no alcanzamos a crear una unión verdadera entre cuerpo y alma y nos sentimos obligados a rendirle culto al cuerpo -incluso ya en forma de cadáver-, dejando el espíritu en el olvido?
Estos muertos gozan -sí, claro- de tumbas monumentales, esculturas grandiosas que les hacen homenaje, puertas de vidrio cerradas con candado y a veces hasta rejitas artnouvosas para proteger su hogar.

Pero yo no veo flores.
Sólo están los árboles y los gatos. No hay flores, no hay calor, no hay alma. Sólo turistas, y un hippie que medita semichingo en las escaleritas de una capilla. Son muertos ilustres y adinerados, son muertos olvidados.

Hace frío aquí, mejor me voy.

Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, Argentina.
07/08/09

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