Su hija se acaba de ir y el apartamento está vacío. 60 personas invitadas, llegan 25. La mayoría desconocidos. El alcohol levanta los ánimos e incita a la risa, pero al final, no son sus amigos. La noche termina y de uno en uno, de dos en tres, la gente se va. Queda él, solo, en el apartamento vacío. Va al computador, escribe un e-mail, se lo manda a su hija. Su firma es AAA. “Enviar”. Soledad lo invade.
Tristeza está presente.
-2006-
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